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martes, 18 de junio de 2013

REFORMA AGRARIA EN CHILE

El latifundismo (tenencia de la tierra en pocos manos, sistema económico asociado a ello era la fisiocracia) chileno era una constante desde desde la colonia, antes los pueblos originarios que alcanzaron una amplio grado de especialización en el agro no disponían de mucho espacio cultivable dado que ocupaban zonas de secano, mientras los que sí disponían de grandes extensiones de terreno fértil y agua, no trabajan la tierra de una manera intensiva.

La Reforma Agraria fue una de las promesas de campaña del Frente Popular, sin embargo y dada su influencia soviética, privilegió esencialmente el desarrollo de una pequeña y mediana industria sustentada en la creación de la Corporación de Fomento a la Producción (CORFO) durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, la cual se profundizó con Juan Antonio Ríos y Gabriel González Videla, alcanzando su mayor desarrollo con Salvador Allende. Este desincentivo al trabajo agrícola durante la década de los '30 y '40 trajo la consecuente migración campo y ciudad, la cual era la constante en gran parte de Latino América. Tan relegada esta la actividad agrícola con respecto a la minería y la industria que tanto los gobiernos de González Videla como de Carlos Ibáñez del Campo debieron adquirir productos importados, especialmente de Argentina
Durante la administración de Jorge Alessandri Rodríguez, Chile firmó el acuerdo desarrollado por el gobierno de John Fitzgerald Kennedy (EEUU), "La Alianza para el Progreso" (1961), la cual estipulaba el aporte de millonarias sumas para la tecnificación del agro y una consecuente repartición y especialización en los cultivos. Sin embargo los altos gastos de guerra (Vietnam-Medio Oriente), desviaron la atención de los americanos en su afán de evitar un viraje a la izquierda en las naciones latinoamericanas, luego de la Revolución Cubana (1959). Lo cierto es que tanto la Iglesia como el Estado chilenos sí comenzaron una reforma en 1962 (Ley 15.020), aunque muy reducida (Reforma de Macetero), repartiendo las tierras incultas (improductivas), en su gran mayoría excedentes de grandes predios.
Con Eduardo Frei Montalva y la ley de Reforma Agraria 16.640, no sólo el reparto se hizo extensivo, sino que permitió y facilitó la sindicalización (ley 16.625), antes imposible con la Ley de Defensa Permanente de la Democracia decretada por el Presidente Gabriel González (suprimida por Carlos Ibáñez). Esta reforma puso a disposición de los campesinos cerca de 3,5 millones de hectáreas de terrenos hábiles para el cultivo, sindicalizándose en ellos más de 100.000 campesinos. Esto trajo un problema desconocido hasta ese momento: la acción concertada de agentes políticos en las organizaciones campesinas, lo cual derivó en paros, tomas y huelgas. Esta situación se agudizó todavía más durante el interrumpido gobierno de Salvador Allende Gossens, pues el estado comenzó una expropiación masiva 4 veces superior a la experimentada durante la administración Frei.
Desde luego la consecuencia fue la violencia desatada entre los grandes propietarios y los campesinos que acaban de adquirir predios, esto repercutió directamente en la política, por un lado con acusaciones de terrorismo de estado e ilegal usurpación (a modo de ver de los propietarios latifundistas) y de reaccionarios e instigadores de movimientos militares (según campesinos y obreros).
Al sucederse el Golpe de Estado del martes 11 de septiembre de 1973, todo este reparto fue suprimido y el latifundismo acabó por sufrir una nueva división a manos de grandes capitalistas que repartieron la propiedad, tecnificando e incentivando una producción eminentemente capitalista y sumamente productiva.


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